Febrero 5 , 2025

Durante mucho tiempo, el compliance ha sido visto como un requisito burocrático, algo que se hace para evitar multas y sanciones. Sin embargo, en un entorno donde la confianza es clave, cumplir con normativas y actuar con integridad ya no es opcional, es una ventaja competitiva.

El compliance no es solo seguir reglas; es construir una cultura empresarial basada en la transparencia y la responsabilidad. Hoy, los consumidores y socios comerciales exigen más que productos y servicios de calidad: quieren empresas que operen con ética. Una compañía que apuesta por el compliance no solo minimiza riesgos legales, sino que también fortalece su reputación y credibilidad en el mercado.

Algunos piensan que esto es un tema exclusivo de grandes corporaciones con departamentos especializados en cumplimiento normativo. Sin embargo, las pequeñas empresas también pueden —y deben— empezar a trabajar en ello. No se requiere un gran presupuesto para establecer principios básicos de conducta, capacitar a los empleados en ética o implementar un canal seguro para reportar irregularidades. Lo esencial es el compromiso real con la integridad.

Aquí es donde entra la ética empresarial. Cumplir con la ley es obligatorio, pero actuar con ética es una decisión. En El Salvador, el compliance está ganando relevancia, especialmente en sectores regulados como el financiero y el energético. Sin embargo, debería ser una práctica habitual en cualquier industria.

Un código de ética no tiene valor si no se aplica en la práctica. La clave está en el liderazgo, si los dueños y directivos no predican con el ejemplo, los empleados difícilmente seguirán normas que sus propios jefes ignoran. Sin coherencia y compromiso desde arriba, la cultura de cumplimiento será solo una formalidad sin impacto real.

Hoy, la verdadera pregunta no es si una empresa puede permitirse implementar compliance y actuar con ética, sino si puede darse el lujo de no hacerlo.

logo ico torres legal

Torres Legal - Comunicaciones

Compartir